Una condesa contrata al pintor para que haga su retrato. Picasso accede con dos condiciones. La primera era que el cuadro costaría tanto y que debía pagar por adelantado.  La segunda era que ella podría ver la obra cuando estuviera totalmente terminada.

La condesa accedió a ambos pedidos y posó para Picasso. Cuando estaba próximo a terminar, lecomenta que la próxima cita sería para la entrega. Así fue, que a la semana siguiente, ambos de pie de frente al cuadro, cubierto con un lienzo, ceremoniosamente Picasso retira el lienzo y le dice:

“Listo condesa, esta es Ud….  ¿Ahora? A parecerse!!”

Dejo de ser lo que “corresponde” o “lo que otros pretenden que seas” para ser lo que quieras ser.

Entiendo mis  imperfecciones, dejo de creer que “parecer” invulnerable es una virtud. Dejo de esconder esa vulnerabilidad falsa que entumece tanto lo malo como  la alegría, agradecimiento y felicidad.

El temor al ridículo anestesia el cambio porque suponemos y asumimos que la gente considerará que esas opiniones distintas son «poco profesionales». Si pensamos eso, hagámonos cargo de esa visión miserable de nosotros mismos.