José es el fundador de una empresa PYME industrial,  económica y financieramente  sana, que cuenta con  350 empleados y dos plantas industriales. Lleva adelante un negocio de producción local  que en parte exporta y otros negocios de importación que complementan la cartera de productos locales bien pensados.

Junto a José está su único hijo Ivan, criado en buen colegio,carrera universitaria y MBA. Ivan es el clásico “hijo de” y si bien tiene amueblada la cabeza para acompañar el crecimiento de la firma , sabe y vive esta realidad de estar a la sombra del padre. O al menos así lo manifestó él cuando me llamaron. Entendiendo esta situación Ivan se divide entre dos caminos:  me quedo y sigo siendo el hijo de José, o me voy a trabajar a otro lugar.

 

Me contrataron para «coacharlos» de forma individual y como equipo con dos fines:

1- Desde lo relacional: Mejorar la comunicación entre ellos y evitar que el negocio se interponga en la familia.

2-Desde el negocio:La idea de José, frente al riesgo de que Ivan se alejara, propuso encarar una nueva y ambiciosa unidad de negocios que terminara siendo independiente en todo sentido.

 

Lo que me llamaba la atención era que habiendo construido esta empresa por demás exitosa, hoy hayan decidido convocar un Coach de Negocios para acompañarlos – según José –  en implementar esta nueva unidad, habida cuenta que era “solamente” agregar una nueva unidad.

 

Sesión tras sesión, tanto por separado como en grupo,  fui entendiéndolos como individuos, como socios y como padre e hijo. Construyeron desde siempre -como familia-  el vínculo apoyado en el respeto y lograron trasladarlo al trabajo. Asimismo, había hábitos instalados que forzaban errores de comunicación: mail y whatsapp en lugar de levaNtar el teLéfono o acercarse a la oficina del otro, formas de redactar, errores al pedir, etc.  Del lado de Iván la admiración verbalizada hacia  José por haber logrado él solo semejante negocio. Del lado de José, la admiración hacia su hijo por querer innovar responsablemente incorporando negocios que él no terminaba de entender pero estaba dispuesto a acompañar.

 

Desde los hechos, la propuesta de Iván era muy clara y los números resistían cómodamente el análisis respecto de los costos y rentabilidad. No había tampoco resistencia por parte de José, al contrario, y de hecho el proyecto avanzaba de la mano de Iván con mucho entusiasmo y tomando todos los recaudos necesarios. Pero había algo subyacente que no salía a la luz. Como suelo decir: “a la suerte le gusta jugar a las escondidas” y eso solo cuestión de tiempo y de escucha activa para que salga.

 

Una mañana temprano durante la sesión individual de José, apareció la verdad que él decidió definir como: LA TERCER PATA DEL NEGOCIO .Hasta ese punto solo hablaban de volumen, producto, costos y rentabilidad. Sin embargo en la cabeza de José había algo más. Algo tan poderoso que al final resultó ser – para él – lo más importante y que no había tenido el coraje de poner sobre la mesa frente a Ivan.

 

-Contame José, de qué se trata?

-Horacio, hay una tercer pata en esta mesa que vos nos estás haciendo ver. Bah, que me estas forzando a decir. No quiero decirlo frente a Ivan.

 

 

 

-Ahá, te escucho con atención.

-Este proyecto tiene que ser el gran salto de Iván. No pasa por el precio, ni el costo, ni la rentabilidad ni el negocio.

-Entiendo

-Qué falta José, por donde pasa?

– Ayer me di cuenta que este es un proyecto 200% emocional para mi. Es la entrada de Iván al mundo adulto de los negocios. Quiero que le vaya bien. Tengo miedo porque no tengo control sobre esa variable.

-Cual?

-Lo emocional. ¿Nunca pensé en esto sabés? Para manejar esa emocionalidad, necesito ayuda Horacio.

-A qué llamás lo emocional?

-A redefinir mi identidad, aumentar la autonomía propia y la de Iván para  sostener relaciones maduras, clarificar el propósito y aprender a escuchar.

-Claro José,  “desaprender” viejos hábitos hasta ahora exitosos y aprender distinto de pie en una nueva realidad. Tomar conciencia de los efectos de lo viejo sobre lo nuevo y trabajar para trascenderlos e incorporar otros más saludables.

Sabés, las emociones entran en la vida de las personas por alguna razón y llegan es para cubrir alguna necesidad. Conforme esa necesidad esté cubierta, se terminó. Y si vuelven a aparecer estarás convocándolas desde un nuevo espacio y con una nueva necesidad y un nuevo José. En cada lapso de encuentro vas a aprender algo que nunca hiciste, entre ellas, construir una formación emocional sólida.

-Y te pregunto José: Iván piensa lo mismo o es solamente una construcción tuya, un juicio.

-Ni idea.

-Ojo José, las inferencias, los juicios y las suposiciones viven en tu cabeza, nadie las ve y seguramente a nadie le importan.

-Claro, entiendo.

-OK, te parece que aprovechemos la reunión del grupo para hablar esto?

-Sí, sería mejor porque es un tema que no tiene que ver con el negocio sino con Iván y conmigo.

-Bien, llevate esta pregunta: Si yo fuera Ivan en este momento qué preguntas me harías?  Escribilas.

 

La sesión grupal tuvo lugar, José arrancó por preguntarle a Iván cómo se sentía con el proyecto y luego qué rol quería que él tuviera. Iván le confesó que se sentía examinado por todos y que necesitaba que José como CEO lo acompañara positivamente como siempre, con su soporte y experiencia dándole espacio.

 

El proyecto marcha, José acomodó sus expectativas y están  incorporando la costumbre de comunicarse, de aprender a pedir y a ofrecer y cultivar  la habilidad de la escucha activa.

 

Cerramos esa sesión y por whatsapp les envié este mensaje:

Enfocarnos en las fortalezas es uno de los drivers del éxito de todo cambio. Y en este punto es importante conocer y reconocer sus fortalezas.

  • Ser coherente (mis hechos con mis dichos)
  • Respetar a otros y sus opiniones
  • Ejercer auto-control
  • Aceptar las creencias, opiniones y valores de los demás
  • Ser flexible
  • Ser pacientes
  • Manejar éxitos y fracasos sin arrogancia
  • Comprometerse y mantenerlo
  • Poder trabajar con personas que no te gustan
  • Recibir críticas y feedback como parte del aprendizaje

 

Los pretextos tuvieron el costo de ubicarlos en el rol de víctimas. Ya entendieron que  hacerse cargo marca la diferencia y comienza la transformación.

Horacio Bellotti

www.bellotti.com.ar