Conforme ponés en práctica la cualidad de la paciencia, cambiará tu opinión respecto del mundo a tu alrededor. Fortalece además la abilidad de identificar aquellas  situaciones que en un rapto de impaciencia, seguro salen mal.  Sin esta cualidad en nuestras vidas nos veremos forzados (por la impaciencia) a tomar decisiones  erradas que pueden alejarnos de nuestros objetivos o dañar una relación.

Necesitamos construir la fuerza interna para permanecer en un estado de paciencia o quedar a merced de algo que sí o sí atacará cada rincón de nuestra vida. Practicala cada día y en cada cosa. Antes de accionar en caliente, preguntate: ¿cual es el beneficio que obtengo de hacer lo que sea? ¿ Y si pregunto? ¿Y si espero?

Y la respuesta es: Pero soy impaciente…. . En ese caso, recordá los resultados de tu impaciencia en el pasado. No para hacer revisionismo, sino para que esos hechos nos demuestren que bien podemos hacerlo de otra manera, para probar.

Paciencia no es  soportar lo intolerable, sino es dejar ir aquel peso  que te molesta, soltarlo.

El primer acto de paciencia es con vos. ¿Y cómo lo hago?

1-Teniendo fe en vos, chequeando los resultados diarios

2-Autocontrol y permaneciendo fuerte cuando aparece el diablo de la impaciencia son las llaves para incorporar ese sano hábito. Te regalo una imagen: estás de pie en un vendaval y escupis. El mayor perjudicado sos vos.

3- Poné las cosas en perspectiva. Estás en un caos de tráfico, en tu auto, con aire, con música, con tu celular. No tenés control sobre el tráfico entonces sonreí y disfrutá. Hay personas que están en el colectivo.

Apoyá tu vida sobre dos pilares: paciencia y persitencia porque las cosas llegarán a vos cuando estés listo para recibirlas. Y no llegará lo que quieras, sino lo que te conviene. Y ese momento seguramente está muy alejado de tus deseos.